¿Qué es Inteligencia Lingüística?

by Omar Fuentes

En este artículo expongo una perspectiva personal acerca del concepto “inteligencia lingüística”.

Hago esta aclaración porque, con la proliferación de disciplinas o modelos que ofrecen ideas relacionadas a los diversos tipos de inteligencia, quisiera hacer hincapié en las características que a mí me interesan de ésta y que me parece que diferencian mi postura de otras ofrecidas.

Con esto implico que esta versión de la historia es solamente eso: una versión. La mía, por supuesto. Es la que encuentro útil y la que se me ocurre congruente con mis ideas, con los modelos que he desarrollado y con las habilidades que enseño.

Naturalmente, al presentarte estas reflexiones, tengo la esperanza de que para ti también tengan sentido.

Lo que suele asociarse al concepto inteligencia lingüística (y que a mí no me convence del todo)

Alcanzo a ver por lo menos tres interesantes áreas -hasta cierto punto, populares- que exploraré a continuación:

1. Las palabras

Muchas personas opinan que la inteligencia lingüística debe estar relacionada con la elección de palabras. Al parecer, la destreza de elegir palabras que están debidamente aprobadas por algún organismo académico y adecuadamente inscritas en El Libro es para algunos un indicio de inteligencia lingüística.

Hay quienes están en una continua revisión de los vocablos empleados por sus interlocutores y no dudan en condenar a quienes osan utilizar una palabra no aprobada por la Real Academia de la Lengua Española y, por ello, no considerada para formar parte del diccionario oficial. De hecho, hay personas que, cuando quieren cuestionar el punto de vista de alguien más, lo hacen a partir de las palabras que emplea; buscan en internet las definiciones y al detectar “errores” de uso creen demostrar que, solamente por eso, esa opinión es cuestionable o, en el peor de los casos, ni siquiera vale la pena considerarla.

Para mí, por muy asombroso que pudiera llegar a ser dicho conocimiento, saber cuáles palabras están aceptadas por la autoridad lingüística oficial (para usarlas) y cuáles no (para evitarlas) y recordar las definiciones aprobadas me parece más una demostración de buena memoria que de inteligencia lingüística.

2. Las estructuras

También hay quienes juzgan a los comunicadores por su sintaxis. Sí, entiendo que quizás esta área de la Lingüística no es del conocimiento general; sin embargo, en realidad estamos hablando de la estructura de los enunciados, muchas veces entendida como la redacción de las frases empleadas.

De esta manera, hay personas que ciertamente son capaces de construir enunciados que se apegan a las reglas sintácticas del idioma que hablan y esto usualmente se traduce en mejores niveles de comprensión por parte de sus interlocutores. Es un hecho que se trata de una habilidad relacionada con el manejo del lenguaje y no es sorprendente que sea un criterio para evaluar la inteligencia lingüística de las personas.

Desde mi punto de vista, esta destreza requiere de un conocimiento del idioma y sus estructuras, así como de un orden mental necesario para poder estructurar las ideas en enunciados. ¿Alcanza eso para denotar inteligencia lingüística? Yo creo que se queda corto… ¡pero sigue leyendo!

3. El estilo

Utilizo la palabra “estilo” para hablar del uso del lenguaje en general aunque este concepto normalmente está vinculado a la comunicación escrita; así lo hago porque me parece que refleja exactamente este componente inherente al modo en el que nos comunicamos, independientemente de la vía que utilicemos.

El estilo, me parece, tiene que ver con los patrones que utilizamos al usar el lenguaje. Por supuesto, se trata de un universo muy amplio en tanto que podríamos detectar con facilidad una cantidad enorme de patrones en nuestro discurso. Aunado a esto, además hay que decir que tener un estilo comunicacional también tiene que ver con ser sistemático en el empleo de dichos patrones. En otras palabras: los patrones ahí están… aparecen muchas veces involuntariamente porque ésa es la naturaleza de un idioma cualquiera; sin embargo, ser sistemático en la utilización de dichos patrones implica el haber reconocido justamente esos patrones para poder repetirlos posteriormente. Es por eso que muchas veces el estilo da una identidad característica al individuo que lo utiliza sistemáticamente.

Hay una tercera variable en este tópico: la moda. Hay estilos que pasan de moda con rapidez y hay otros patrones lingüísticos que perduran en el tiempo; hay grupos que aceptan un estilo específico y hay contextos en donde es necesario utilizar otro. Los patrones van cambiando y es la moda la que muchas veces determina el estilo que será aceptado por los pares, los críticos y las audiencias.

Es por todo esto que muchos ven en el estilo un reflejo innegable de inteligencia lingüística. Dicho de otro modo: como que suena a que hay que ser muy inteligente para hablar “con estilo”, ¿cierto?

Entonces, ¿qué es inteligencia lingüística? (un, dos, tres por mí y por todos mis compañeros)

Para mí, la palabra inteligencia debe estar asociada ineludiblemente con otro concepto: resultados. De este modo, en muy pocas palabras, la inteligencia lingüística debe estar vinculada necesariamente con los resultados que obtenemos al utilizar el lenguaje.

Desarrollemos un poco…

Desde una perspectiva sistémica, la comunicación es el ejemplo por excelencia de la realimentación (conocida también en el espacio limítrofe entre la Real Academia y el Mundo Real como “retroalimentación”).

Esto es, para que exista verdaderamente el fenómeno comunicacional es indispensable no sólo la emisión del mensaje por parte del emisor sino la obtención de una respuesta -cualquiera que ésta sea- de parte del receptor. La palabra clave aquí, por supuesto, es “respuesta”.

Dicho como si fuera fase publicitaria:

Si no hay respuesta, no es comunicación. (¡Twittéame!)

A mí me gusta pensar que siempre que diseñamos un mensaje lingüístico tenemos un objetivo que le da sentido; es cierto, a veces es un objetivo explícito y otras tantas está implícito en el mensaje. Y ese objetivo toma la forma de una respuesta de nuestros interlocutores.

Pues bien, para mí, inteligencia lingüística es saber diseñar un mensaje lingüístico que aumente las probabilidades de obtener la respuesta para la que fue creado.

¿Así nomás? Sigue leyendo…

Los niveles de un mensaje

En casi todos los entrenamientos de habilidades lingüísticas que imparto me gusta explicar los niveles de un mensaje. En realidad, a lo que hago referencia es a las tres grandes áreas de la Lingüística y así lo expongo porque me parece que es un conocimiento esencial para comprender el verdadero impacto de nuestras palabras y las diferentes formas que éste puede tomar.

Sin ánimo de profundizar en ello, los enuncio:

  • Nivel semántico: En corto, la semántica es el estudio del significado. Cuando nos comunicamos, ciertamente estamos transmitiendo significados -tanto de las palabras como de los enunciados que éstas conforman- y muchas veces elegimos estas palabras de acuerdo a las convenciones previamente establecidas en el idioma.
  • Nivel sintáctico: Brevemente, la sintaxis es el estudio de las reglas. El modo en el que aprendemos estas reglas del idioma que nos tocó hablar es uno de los misterios más explorados en el ámbito de la Lingüística; justamente por eso es que no sería del todo correcto decir que “elegimos” emplear ciertas estructuras aunque, por obvias razones, no podríamos dejar de utilizarlas.

Aquí me detengo para abrir y cerrar un paréntesis:

(al inicio de este artículo hablábamos, además de las palabras y las estructuras, del estilo: me parece que éste es una mezcla entre los dos primeros niveles lingüísticos que he expuesto hasta aquí, en tanto que el estilo se conforma precisamente por la elección de palabras específicas dentro de un conjunto de estructuras particulares)

Y aquí continúo con lo que para mí hace toda la diferencia:

  • Nivel pragmático: Con una palabra nuevamente, la pragmática es el estudio de la relación. Por mucho, es el nivel más significativo de los tres (lamento el chascarrillo irónico pero no pude evitarlo), al menos en cuanto a la inteligencia lingüística se refiere. Este nivel es esencial para el diseño de un mensaje en función de los resultados esperados, pues gracias a éste analizamos el contexto específico en el que este mensaje será transmitido y consideramos también quién es el emisor y quién es la audiencia a quien se dirige el primero.

Esta idea es tan importante para justificar mi planteamiento que lo diré de otro modo y hasta colorearé las letras:

Para mí, tener inteligencia lingüística implica no solamente elegir las palabras de acuerdo a su significado, construir enunciados debidamente estructurados y utilizar un estilo aceptado sino que, más importante aún, implica realizar un análisis del contexto de esa comunicación específica para diseñar un mensaje que tenga mayores probabilidades de lograr su cometido.

Así nomás… ;)

Quiero saber lo que piensas; déjame un comentario.

Saludos,
Omar.

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