¡La Maistra Helva Hester Gordiyo lo hace otra vez!

by Omar Fuentes

En agosto de 2009, publiqué una carta dirigida a la Maestra Elba Esther Gordillo para externarle algunas ideas que pudieran servir de defensa ante las constantes críticas a las que se ha hecho merecedora. En aquella misiva, argumentábamos con éxito acerca de cómo la Maestra era sólo una víctima de la pobre educación que recibió. (Si quieres leer el documento, hazlo aquí).

Ahora, ya la volvieron a criticar por similares razones.

Cuarto Acto: Por mi ra… por mi raza… ¿qué sigue?

14 de abril de 2010, Entrega de Diplomas: Como líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, usted tuvo que dirigir un mensaje a unos profesores egresados en el extranjero. Ni modo. Y tuvo que hacerlo frente a Alonso Lujambo, titular de la SEP, y a José Narro Robles, rector de la UNAM. Ni modo.

Ante semejantes figuras de la educación en México, ya usted sabía que la crítica sería inevitable, ¿verdad? De hecho, eso fue lo que seguramente la puso nerviosa: porque cuando quiso pronunciar el lema de la UNAM, nomás no le salió.

“Por mi… por mi ra…”, fue lo que usted alcanzó a decir ante la mirada azorada de Narro Robles (los que estaban presentes en el acto aseguran que hasta dos lágrimas le salieron). Atinadamente, éste fue el que le susurró el resto de la frase y usted remató así: “Por mi raza hablara mi espíritu”.

Como ya lo esperábamos, al día siguiente los periodistas amarillistas hicieron su agosto en abril. Que si Gordillo no se sabe el lema de la UNAM, que si otra vez se equivocó, que cómo es posible, que ahora ya le cambió al lema a la Universidad como le cambió el nombre al virus mortal…

Sí, sí, sí… ya, ya, ya…

Dígales la verdad, Maestra.

Dígales que ante tanto atosigamiento (repita después de mí: a-to-si-ga-mien-to) mediático usted se encontraba un poquito nerviosa. Recuérdeles que, aunque no lo parezca, sí es humana y comete errores de vez en cuando, como cualquiera.

Dígales que usted sabe bien que el lema correcto es “Por mi raza hablará el espíritu” y no solamente “mi espíritu”.

Dígales que usted no quiso hablar de “el espíritu”… ¿el espíritu de quién?

Dígales que, después de todo, en México la educación ofrecida por el Estado debe ser laica, ¿o no? Eso de “el espíritu” no suena muy laico que digamos. ¡Hasta suena esotérico!

Dígales que “mi espíritu” no sólo suena retebonito.

Dígales que ese cambio de determinante a posesivo le da pertenencia al que pronuncia la frase y, al mismo tiempo, asume éste la responsabilidad de lo dicho por “su espíritu” a través de “su raza”.

Así que, Maestra, su aparente lapsus en realidad es una propuesta, además de retebonita, una constitucionalmente correcta, socialmente responsable y con un fuerte compromiso a la comunidad universitaria.

Epílogo

Ya para terminar estimada maestra, una recomendación adicional. Cuando tenga que hacer un discurso, no lea (ya vimos lo que le ocurrió cuando no supo leer H1N1)… tampoco improvise (ya vimos lo que le ocurrió con el lema de la UNAM)… y evite cualquier palabra de más de 3 sílabas (ya vimos lo que le ocurrió con “e-pi-de-mio-ló-gi-co”).

Mejor, como en las telenovelas: consígase un apuntador.

(Nomás para no dejar, querida Maestra, “apuntador” no es un señor que apunta; más bien es un señor que le va dictando lo que tiene que decir a través de un pequeño audífono).

No me malentienda, querida Maestra: no es que usted esté actuando en un melodrama ni tampoco que le falle la memoria. Es solamente una precaución.

Tómese un té de tila para los nervios. Yo me voy a comer un molito.

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