La Maistra Helva Hester Gordiyo: “Llo Te Aseguro Que Llo No Füí”

by Omar Fuentes

Apreciable Maestra,

Hace mucho tiempo que quería expresar mis opiniones acerca de lo que le ha ocurrido recientemente. No postergo más mi deseo y lo hago con el firme afán de proporcionarle algunas ideas para defenderla de sus críticos y detractores.

Primer Acto: La emergencia epi… epimediológi… e-pi-de-mi—-o-ló-gi-ca…

15 de mayo de 2009, Día del Maestro: En su discurso, plagado de errores en la pronunciación de distintas palabras y expresiones, tuvo usted graves problemas para pronunciar la palabra “epidemiológica”.

En realidad, los graves problemas que usted sufrió fueron para leer las palabras, no para pronunciarlas. Es diferente. ¿Por qué? Porque, obviamente, usted no es responsable de ello: los verdaderos responsables son los docentes de baja calidad que intentaron enseñarle a leer hace ya algunas décadas (más de las que usted ya lleva presidiendo el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, debo añadir).

Aquí, un video que recorre la lista de equivocaciones menores, simplemente para demostrar lo que una mala educación primaria puede generar:

Doña Gordillo: se me hace que lo que usted quiso decir sí era “epimediológico”. Me explico a continuación:

  • Del griego “epi”, que significa “en” o “sobre”.
  • Del latín “medius, a, um”, que significa “mitad”.
  • Del griego “logos”, en su acepción de “razonamiento”.

Lo que quiso decir fue “Sobre mi razonamiento a medias…” Luego nos cuenta la otra mitad de su razonamiento, cuando usted quiera. Además, usted no quería implicar algo acerca de lo contagioso que esto puede ser, ¿verdad?

“¿Cómo es posible que la lideresa del SNTE cometa tantos errores?”, dicen algunos. “¿No sabe que los maestros enseñan a través del ejemplo?”, dicen otros. Cualquier ser humano se equivoca, Maestra, y eso del “ejemplo” es solamente una frase trillada de la psicología barata para embrutecernos y distraernos. Además, usted no educa; usted simplemente lidera a los que educan. Es diferente.

Segundo Acto: La influencia A HLNL

24 de agosto de 2009, Inicio del Ciclo Escolar: Ahora la critican por haber pronunciado mal el nombre del virus mortífero. Usted insista: ¡es un problema de lectura! En la escuela a usted no le enseñaron a diferenciar grafológicamente (no se preocupe si no puede leer la palabra anterior, yo la entiendo) el número 1 de la letra l. ¡Se parecen mucho, por Dios! Juzgue usted:

  • A H1N1
  • A HlNl

“¡Eso es de conocimientos generales y no de lectura!”, dirían algunos. ¡No y mil veces no! Usted no tiene que saberse el nombrecito jeroglífico (je-ro-glí-fi-co) de la enfermedad. Si usted fuera la lideresa del Sindicato de Trabajadores de la Salud, voy de acuerdo. Pero, ¡es el colmo que la juzguen por algo así!

Toda la responsabilidad recae, otra vez, en sus maestros, por no enseñarle claramente la diferencia gráfica entre l y 1. Además, la responsabilidad también es de quien escribió su discurso (y, por ende, de los maestros que a éste le tocaron) y, por supuesto, de quien inventó la tipografía (ti-po-gra-fí-a) que hace tan pero tan parecidos dichos símbolos escritos.

Aquí, un video del Excelsior:

Tercer Acto: Los responsables son los docentes de los docentes, que son otros docentes diferentes a los docentes que usted dirige

Y ahora resulta que alrededor del 75% de los docentes evaluados mediante el Examen Nacional de Conocimientos y Habilidades Docentes no obtuvieron el nivel ‘aceptable’ para poder ocupar una plaza en el sistema educativo mexicano.

Usted dijo: “Eso no es responsabilidad de los maestros.” ¡Bien dicho!

Usted añadió: “Tenemos que replantearnos con mucha seriedad que no se puede educar y formar para el desempleo. Hay que reconvertir las normales. Lo vengo diciendo desde hace mucho tiempo.”

Pero no la ha escuchado el gobierno federal. Hay que reconvertir las escuelas normales para educar con calidad a los docentes para que eduquen con una mayor calidad. Es obvio.

Nos anunció la creación de cinco centros regionales para la formación de docentes. ¡Felicidades, Maestra! ¡Muchas gracias, Maestra! ¡Bravo, Maestra! ¡Usted se merece más que 50 camionetotas de lujo! Porque todo el mundo sabe que el problema de nuestra educación había sido precisamente la carencia de centros para la formación de maestros. ¿De dónde vamos a sacar más maestros para estos centros de formación de maestros? ¡Fácil! Los reclutamos del grupo de docentes que hizo el mentado (no es grosería, Maestra, no se me asuste) examen nacional. Por si fuera poco, usted sí genera de este modo empleos vitalicios y no como los de Felipe, que nomás duran lo que dure la construcción de las carreteras.

Lo único que no me gustó fue la implicación del señor Ángel Díaz Barriga, especialista en el normalismo mexicano, cuando lo entrevistaron para el diario Reforma y dijo: “En la historia de las normales, el SNTE ha puesto a los directores y en algunos estados se está luchando porque el director sea un académico que no sea propiamente una designación del SNTE…”

¿Por qué no me gustó? Pues porque está implicando que el actual mero-mero de las normales, el señor Fernando González Sánchez, no es el indicado para hacerlo. Usted lo puso ahí no porque fuera su yerno, sino porque cuenta con la capacidad para dirigir el desarrollo y el rumbo de nuestras escuelas normales, ¿cierto?

En fin.

Epílogo

Fíjese, doña Gordillo, que no he podido conciliar el sueño. Lo que pasa es que me puse a razonar la otra mitad del razonamiento.

Verá usted, maestra Elba Esther: no faltarán los que le encuentren los tres pies al gato cuando se trata de repartir responsabilidades.

¿No es cierto que usted es la que lleva 20 años como la mera-mera del sindicato de maestros y, por ende, responsable -al menos, parcialmente- de todo lo que ha ocurrido en el sector educativo en estas dos décadas (incluyendo no solamente el paupérrimo nivel educativo de las instituciones públicas, sino también de las incontables marchas y movimientos, revueltas y disturbios)?

¿No es cierto que en la educación en México se ha hecho lo que a usted le ha apetecido en estos años?

¿No es cierto que usted es la que lleva todo este tiempo acordando negocios muy jugosos con decenas de políticos y empresarios -jugosos para usted y los involucrados, por supuesto- a cambio de harto dinero, hartos lujos, un programa de televisión emitido por el Canal de las Estrellas y una especie de omnipotencia y omnipresencia (no se moleste en pronunciarlas) en su cargo?

¿No es cierto que el sindicato que usted preside tiene pleno control de las escuelas normales, instituciones a las que usted culpa de la incompetencia de la gran mayoría de docentes de este país?

¿No es cierto?

¡Caray, Maestra! Usted disculpará. Se me hace que me cayó mal el mole que me comí antes de acostarme y las agruras me están haciendo escribir estupideces. Pero se me hace que yo no tengo la culpa de mi gula o de mi verborrea… y se me hace que el cocinero del mole tampoco la tiene. ¡Fueron nuestros maestros! ¿A poco no?

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